El poder de la palabra: EL SONIDO CREADOR
- OIA CosmoSociologia
- 7 ago 2020
- 4 Min. de lectura
Este es un extracto del libro ´La Palabra que Cambió el Universo´ donde se explora cosmosociológicamente la vía para transformar la sociedad.
Capítulo 1: EL SONIDO CREADOR
Es muy probable que la sociedad en la que vives nunca te haya enseñado cómo fue creada. Ni siquiera cómo puedes diseñar tus propios pensamientos, ni cómo generar la vida que quieres. Si quieres plasmar mejoras en tu vida y, además, entornos sociales óptimos, deberás entender cuál es el proceso a través del cual se produce el orden y la estructura de la existencia.
La importancia de la palabra está directamente relacionada con el propio proceso de creación y evolución del universo. Desde el inicio del lenguaje los mitos han sido un factor fundamental en la comprensión de la vida. Mito proviene del griego que significa «dicho» o «relato». Los mitos son las historias que desde tiempos inmemoriales el ser humano se cuenta para dar explicación y sentido a las cosas que le suceden. En los mitos se relatan hechos y explicaciones acerca del funcionamiento de la realidad, las fuerzas de la naturaleza y el orden del universo. Gracias a ellos las personas lograban sistemas de creencias comunes en torno a las cuales se organizaban y tomaban las decisiones fundamentales que sustentan el funcionamiento de la sociedad.

Los mitos son, por ende, los conjuntos de palabras en base a las cuales se genera el orden y la coherencia en la mente de las personas, y dan como resultado el orden y la coherencia en las prácticas comunes de sus sociedades. Estamos hablando nada más y nada menos que del factor primordial que moldea la percepción de la realidad del macrocosmos externo en comunión con el microcosmos interior de cada persona.
Algo sumamente sorprendente es que en la mayoría de los mitos y leyendas mundiales, tanto antiguas como modernas, se relatan patrones en común, coincidencias atemporales en la manera en que cada cultura relataba el funcionamiento del universo. Al revisar los mitos de culturas alejadas miles de kilómetros en el espacio y miles de años en el tiempo, una de las principales coincidencias aparece en el hecho de afirmar que la fuerza creadora primigenia tuvo que utilizar un elemento en particular para generar las formas del universo: la vibración y, más específicamente, el sonido.
Los griegos usaban el término logos con diversos significados. Los principales eran «palabra», «verbo» e «inteligencia creadora». La Biblia ha sido el libro más impreso y difundido en la historia de la humanidad y ha sido constituido por la unión de una larga serie de relatos de miles de años de antigüedad. En el Evangelio de Juan, donde se relata la creación del mundo, dice:
«en el principio era el logos y el logos estaba en Dios, y el logos era Dios» (Juan 1:1).
En el libro del Génesis encontramos:
«Dios dijo hágase la luz y la luz se hizo» (Génesis 1:3).
El hinduismo nos dice que en el principio la fuerza creadora utilizó la palabra Om para generar todas las formas:
«Brahamanaspati, el señor de la palabra sagrada, como un herrero, los forjó juntos. En la primera edad de los dioses la existencia surgió de la no existencia».
El Popol Vuh, libro de relatos tradicionales sagrados de los mayas, cuenta del inicio de los tiempos que:
«Dios corazón de cielo creó todo a través de su palabra».

No solo de la mitología y la teología podemos extraer grandes develaciones al respecto. La cimática es una rama de la ciencia que estudia la influencia de las vibraciones en la formación de estructuras en la materia. A través de cientos de experimentos que son fácilmente reproducibles, ha quedado evidenciada una propiedad física muy importante: la vibración transforma la materia. Diferentes sonidos causan que las moléculas en estado sólido, líquido, gaseoso y plasma se reorganicen transformando la estructura de aquel material, variando sus dinámicas y geometrías.
Esos inicios nos guían a prestar especial atención a las palabras que usamos, ya que son el inicio de un universo y la condensación de múltiples posibilidades que una vez invocadas comienzan su proceso de manifestación. Por eso, pretender transformar el mundo, vivir en una «sociedad mejor» y tener comunidades prósperas sin prestar atención al factor clave de las palabras desde las cuales generarás esa realidad es una muestra de desconocimiento de los principios universales. Principios en base a los cuales funciona el ser humano y, por ende, sus creaciones. Y es más peligroso aún, dado que desentenderte de la importancia de esos factores, a la vez que te imposibilita entender desde dónde llegaste al estado actual, te impide también tener en claro hacia dónde estás avanzando.
Ciertos experimentos arrojan como resultado que si, por ejemplo, preparas un recipiente con agua en estado natural y le pronuncias palabras que relacionas con armonía, al congelar el contenido sus moléculas forman cristales con geometrías armónicas y estéticamente bellas. En cambio, si pronuncias otras relacionadas con caos, los cristales resultantes forman patrones caóticos. Ese efecto simple y sorprendente nos recuerda que el mismo material produce resultados diferentes según las palabras que uses hacia él.
Si piensas en el hecho de que el 90% de tu cuerpo y el 70% del planeta Tierra están constituidos de agua, verás rápidamente un sentido en aquellas historias que aseguran que el sonido tiene injerencia directa en la formación del mundo.

Como seguramente sabes, a través de palabras los hipnotistas pueden conducir a las personas a estados de trance profundo. Desde ahí pueden hacerse conscientes de aspectos de su memoria y su mente que desconocían e incluso activar capacidades sorprendentes tales como niveles extraordinarios de resistencia al dolor, fuerza física y agilidad. Así mismo, líderes sobresalientemente efectivos han cautivado a las masas a través de sus palabras, generando estados que podríamos equiparar a trances hipnóticos colectivos. Consiguieron así impulsar reacciones sociales violentas y disruptivas que esas personas normalmente no realizarían.
Las palabras pueden alterar los estados de conciencia, la manera de interpretar los acontecimientos y, a la vez, transformar directamente la materia de la que está hecho el universo. Aprender a usarlas conscientemente es una responsabilidad y una gran oportunidad para todo aquel que esté dispuesto a transformar su mundo.
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