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Bio-civilización: sociedad y órdenes naturales

  • Foto del escritor: OIA CosmoSociologia
    OIA CosmoSociologia
  • 29 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

Los Nuevos Paradigmas nos hablan del despertar de consciencia, de la importancia de alcanzar una masa crítica de pensamiento consciente que nos ayude a retomar el camino que conduce hacia la visión de unidad; y es así como surge la idea de una Cosmovisión, una visión cósmica, colectiva, total, multidisciplinaria, incluyente, holística, donde nada quede fuera de ella, y el conjunto opere como nuestro ADN, conteniendo toda la información necesaria para gestar una Nueva Humanidad.


Es así que esta nueva perspectiva ecológica encarna en nosotros a través de un proceso de autoconocimiento e identificación con la unidad, que suma a nuestros aspectos físicos, mentales y emocionales, la dimensión del espíritu humano; por lo cual puede pensarse como una visión que se adquiere percibiendo desde el centro mismo de nuestro propio ser, permitiéndonos contemplar el sistema desde el corazón mismo del sistema, posibilitando el reconocernos como una parte del mismo, y simultáneamente haciéndonos percibir que somos Uno con la Totalidad.


De esta forma, al desarrollar una cosmovisión aplicada a la humanidad, a una nación, a un pueblo, a una organización cualquiera, estamos trascendiendo el mero conocimiento holístico del funcionamiento del todo y sus partes (llámese Estado, comuna, empresa, escuela, etc.); y le aportamos nuestra percepción de la dimensión humana, de las experiencias compartidas, de las vivencias pasadas y las proyecciones a futuro, de los vínculos, de las múltiples realidades que impregnan a toda familia, grupo o comunidad.


     Sin embargo, no alcanza con diseñar una Cosmovisión para que esta pueda implementarse. Se necesita encarnarla, corporizarla y dotarla de vida. Si pensamos en ella como un “programa”, se hace necesario contar con un procesador para hacerlo correr; y si la vemos como un ADN, se torna necesario concebir cada uno de los codones que contienen las instrucciones para materializar el diseño.


  Por ello, el primer paso a dar es cocrear nuestros propios “codones humanos”, las redes generatrices que representan el corazón, la simiente de cada uno de los aspectos clave que conformarán nuestra cosmovisión; y a partir de las cuales se gestarán luego todas las BIO-redes humanas que expresarán la visión de unidad sobre la enorme diversidad que compone la gran familia humana.



Las redes sociales constituyen un tránsito obligado en el camino hacia la conformación de una BIO-civilización y un modelo de gobernanza planetaria; sin embargo, resultan insuficientes para organizar a la ciudadanía mundial en torno de un proyecto colectivo.

Imaginemos por un momento que todos las bases nitrogenadas (adenina, guanina, citosina y timina) que componen el ADN de nuestro cuerpo existieran todas dispersas y separadas, pero conectadas entre sí conformando una gran red; estaríamos frente a un gran tejido colectivo, pero carente de toda otra funcionalidad que no sean las de compartir información y agruparse. Sin embargo, cuando esas mismas sustancias se organizan bajo la forma de un codón de ADN, adquieren la propiedad de expresar los diversos aminoácidos que nos definen; a partir de los cuales, luego surgen las proteínas, las hormonas, y así progresivamente hasta adquirir la compleja organización que hace posible la existencia de un cuerpo humano autónomo.


Del igual modo, cuando los seres humanos nos vinculamos a través de las redes sociales, lo que conseguimos (que no es poco) es compartir información y promover convocatorias. Pero si nos organizamos funcionalmente siguiendo el mismo patrón geométrico que impregna el proceso creativo de la Vida, podemos conformar una Red Generatriz que a modo de “codón humano” tendrá la capacidad de expresar diversos aspectos de nuestra Cosmovisión Colectiva como si se tratase de una suerte de Código Genético que alberga la simiente de una Nueva Humanidad.


En consecuencia, es imperativo sumar a la gran capacidad de comunicación y coordinación que tienen las redes sociales, el enorme potencial creativo y articulador de las redes generatrices, para que podamos concebir conjuntamente el cuerpo sistémico que necesita la BIO-civilización para poder manifestarse a la Vida.



Si las redes generatrices hacen las veces de “codones humanos” en ese potencial ADN colectivo que llamamos Cosmovisión; entonces las BIO-redes son el equivalente humano al resto de los compuestos orgánicos que surgen a partir de la transcripción del ADN, como ser proteínas, hormonas, células, tejidos, órganos, sistemas, etc., que componen nuestro cuerpo físico.


Por lo tanto, una BIO-red puede interpretarse como el resultado de la interacción creativa de diversas redes generatrices, organizaciones e individuos; agrupadas con el objeto de cumplir una determinada función dentro del complejo desafío que representa nuestro tránsito hacia una BIO-civilización. Por ejemplo, de la combinatoria de redes generatrices vinculadas a la ecología, universidades, laboratorios, profesionales independientes y pobladores locales de toda una región; es posible constituir una BIO-red cuya función sea velar por la disponibilidad y calidad del agua en dicha región.


Ahora, ¿cuál es la diferencia entre las redes actuales y una BIO-red? Pues bien, que mientras las primeras responden a un diseño, misión y visión, que le son propios y específicos; las BIO-redes responden a un patrón de organización universal y son expresiones de una misma Cosmovisión Colectiva, la cual permanentemente se encuentran resignificando y adaptando al entorno donde tienen injerencia.


En consecuencia, las BIO-redes constituyen una nueva forma de auto-organización, que siguiendo un patrón fractal, holístico y multidisciplinario, conforman estructuras dinámicas y cognitivas que nos posibilitan generar articulación entre los diversos niveles de gestión (local, nacional, regional y planetario) de forma tal que se verifique el principio de Unidad en la Diversidad.



En una sociedad consumista como la nuestra, donde hemos alcanzado un importante desarrollo tecnológico a costa de sacrificar nuestro medio ambiente, el concepto de BIO-civilización puede interpretarse erróneamente como una sociedad basada en la llamada economía verde; pero esa es una abstracción tan recortada de la realidad, que es equivalente a pensar el mundo solo en tonos de gris.


Bio- significa vida, y por lo tanto, desde esta perpespectiva, una BIO-civilización es aquella que ama y protege la Vida en todas sus diversas formas de manifestación; lo cual incluye al Ser Humano, la Naturaleza, nuestra Madre Tierra y el Cosmos en su acepción más amplia. Por consiguiente, cuando llegamos a percibir que la Tierra es un Ser Vivo y con derechos, estamos en condiciones de afirmar que una BIO-civilización es aquella que se establece a partir del instante que la Humanidad comprende y acepta que su existencia co-evoluciona de forma interdependiente junto con la del planeta que hace posible su subsistencia, y lo hace al ritmo que le impone la dinámica universal.


Esto nos conduce entonces, directamente a reformular el rol del Estado-Nación y los organismos internacionales, los cuales deberán reconfigurarse frente a los nuevos conceptos de BIO-civilización y Consciencia Colectiva; haciéndose necesaria la creación de nuevas formas de gobierno supranacionales, acordes con la arquitectura de una naciente Comunidad Planetaria Interdependiente, y con capacidad para representar genuinamente los derechos de la Madre Tierra.

Por tal motivo, el poder llegar a establecer una BIO-civilización implica todo un trabajo previo, consciente, comprometido y responsable de cada ser humano, para plasmar en forma conjunta: una Cultura de Paz y Unidad, la práctica de un Desarrollo Económico Sustentable, el diseño de una Cosmovisión Colectiva de Futuro y la gestación de una Consciencia Ciudadana Planetaria; teniendo en cuenta que cada una de estas visiones es codependiente de las otras cuatro, resultando entonces que no se puede desarrollar una, sin desarrollar simultáneamente todas las otras.


Lo cual pone en evidencia, que resulta imprescindible e impostergable, el comenzar ya mismo a gestar las BIO-redes que nos permitirán instrumentar todos estos conceptos en sincronía con el advenimiento de lo que el filósofo Edgar Morín ha definido como Antropolítica y Democracia Cognitiva; que no son otra cosa que la evolución de la democracia local y la política de partidos, hacia la implementación de una democracia global y una política de redes.



Raúl Gabriel Amato desde Holomovimiento.org



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